(English intro to Spanish lang. post) During a panel session “What editors want?” at the World Conference of Science Journalists in Qatar, an African reporter in the audience asked , Are you interested in Africa? And what kind of stories do you expect from us?”. Mariette DiChristina from SciAm replied immediately: “Yes, we are indeed interested in Africa, but it’s you who have to tell me what’s happening in your country”. The same logic should be applied to Latin America. One of the take home messages from the conference is that institutions, outlets and reporters do want to know what’s happening in Science outside US and Europe. Many people approached this Spanish lang. tracker to ask how to make connections and to do work with Latin America. Latin American reporters have a lot to offer, and they are in a very good position to pitch original stories with new angles to English speaking publications. And the rates these outlets pay are much higher than what reporters will ever get in their countries. But there is a singular problem to solve: the language barrier. Writing a story for a newsmagazine it’s not like writing a scientific paper. Being a good writer requires specific language skills that are very difficult to obtain if English is not your first language and you regularly write and live in Spanish. This discussion about how to break language barriers (and the one-way flow of information due to US monolingualsm) emerged during the conference. Perhaps it can be a topic for a session at the next WCSJ in Finland. We also wish to have seen more Spanish speaking reporters. In Qatar were only 4 journalists form Mexico, 4 from Argentina, 3 from Chile, 1 from Colombia, 1 from Guatemala, 6 from Brazil, and 2 from Spain (one it was the Spanish tracker, who is sharing the impressions of many of them in this post).
A más de uno se nos abrieron los ojos cuando el editor de la revista alemana PM dijo que pagaba 1500 euros por pieza de 2.500 caracteres. ¡6 veces más de mi tarifa! Medio gritó un periodista latino americano sentado a mi lado. Y al mismo tiempo, todos los periodistas, editores e instituciones del mundo anglosajón, mostrando interés por saber qué ocurre fuera de sus fronteras. En realidad no es un interés altruista, porque como muchos periodistas del mundo en desarrollo explicaron, “ellos se sienten inmensamente superiores y no les interesan para nada nuestras opiniones”. El interés viene de un fenómeno exclusivo de países como EEUU o Inglaterra: hay tantos buenos science writers, que incluso tienen competencia entre ellos. De aquí emergen sus egos inflados, sus pseudodiscusiones sobre si un blogger puede ser considerado periodista científico, la compartimentación que les hace asegurar que el rol del periodista es sólo informar y no educar ni defender la ciencia, y sobre todo, la necesidad constante de buscar historias originales y ángulos novedosos. Aquí es donde nace el interés por salir de sus fronteras, y buscar originalidad en investigaciones en el Amazonas, casos médicos en Centroamérica, nuevas tecnologías en países emergentes, etc, etc, etc. Aquí está la oportunidad: hacer llegar artículos a medios e instituciones de EEUU. El tiempo extra de búsqueda y adaptación se compensa con la alta tarifa. Pero queda el problema de la barrera lingüística. Como dijo Federico Kukso de Muy Interesante Argentina: “nosotros tenemos ventaja porque leemos los dos idiomas. Debemos aprovecharlo”. Totalmente cierto. Nuestro bilingüismo es bueno, pero como en realidad es “a medias”, provoca que la información sólo viaje de Norte a Sur. El Chileno Nicolás Luco incidía en la misma idea: “El espacio geográfico determina el tipo de ciencia que se hace, y las condiciones culturales y socioeconómicas también. Hay países donde se hace ciencia que no se puede hacer en ningún otro lugar. Eso es valiosísimo, y ahora Internet permite que las fronteras ya no existan”. Cierto de nuevo, pero a menudo nos encallamos con la frontera lingüística. ¡Claro que hay gente con nivel de inglés excelente! Pero escribir una historia para un medio estadounidense no es como escribir un documento de trabajo o un artículo científico. Se necesita un dominio del lenguaje y la narrativa más sofisticado. Y una traducción buena resulta cara. Se discutieron muchísimo más temas durante la conferencia –y aquí reproducimos algunos en boca de los periodistas latinoamericanos que atendieron- pero a la hora de elegir un tema del que proponer seguimiento, la barrara lingüística fue uno de los que más nos impactó. Más comentarios:
Estrella Burgos, editora de la revista mexicana ¿Cómo Ves? Participó en el panel de editores arrancando sonrisas y aplausos de los asistentes cuando a la pregunta ¿qué quieren los editores de los escritores? Respondió: “Queremos vuestra alma! Vuestra carne, vuestros huesos, vuestras ideas, vuestra dedicación, vuestra imaginación… lo queremos todo de vosotros!”. También añadió una reflexión interesante: en su revista están haciendo textos cada vez más largos. Estrella explica que los empezaron a alargar a ver cómo reaccionaban sus lectores, y que funcionó. También puede ser una manera de distinción entre la versión impresa de una revista, y los contenidos digitales. Una manera de dar valor al producto.
La Colombiana Ángela Posada Swafford de Muy Interesante España emite optimismo y energía: “El periodismo científico en nuestros países está totalmente en explosión!”. Bajo su dilatada experiencia recuerda que cuando ella empezó no había nada de nada, y que ahora no sólo hay más profesionales dedicándose a cubrir ciencia, sino que “hay una maduración a nivel mundial, y mayor sofisticación”.
Valeria Román de Clarín (Argentina) lo secunda al decir que “las nuevas generaciones están abriéndose al mundo”, y que ya hace tiempo han dejado de traducir del inglés y de copiar y pegar: “Ahora hay mucha producción propia de contenidos buenísimos”. También apunta una tendencia que puede servir de indicador: “se están publicando muchos más libros de divulgación científica con autores locales”. Esto implica dos cosas: que hay más lectores interesados en ciencia, y que hay más y mejores escritores de ciencia.
Respecto al congreso en si, la implicadísima y actual miembro de la junta directiva de la WFSJ Lucy Calderón (Prensa Libre – Guatemala), planteaba que uno de los retos es “llegar a los más jóvenes. Tenemos que trabajar más en esta dirección, porque es el futuro, y son los más absorbentes”. Cecilia Farré, periodista científica freelance de Argentina y exproductora de radio, opinaba que el congreso estaba muy bien, pero bastante limitado a la palabra impresa: “respecto ediciones anteriores han incorporado alguna sesión de radio, pero todavía falta hablar de televisión”. Acertada observación, muy pertinente para países donde la TV continúa destacada como principal fuente de información.
Javier Cruz de la UNAM también ladeaba la cabeza al ser preguntado sobre el congreso. “algunas sesiones muy muy bien”, decía. Pero reclamaba incluir cierto enfoque más académico y hacía la siguiente crítica constructiva: “Hay aspectos fundamentales del periodismo científico que no se pueden abordar con anécdota tras anécdota, como han hecho en algunas sesiones donde el ponente salía y explicaba sólo su caso personal”. Sin duda, este es un aspecto también a mejorar. Uno puede acudir al panel de publicación de libros, escuchar el caso de éxito de un escritor concreto, y salir con la conclusión de que esa es la receta, sin haber tenido en cuenta todos los ejemplos parecidos que fallaron. Demasiada subjetividad en un congreso que algo tiene de científico.
En una línea parecida la freelance mexicana Aleida Rueda se mostraba muy directa: “Yo lo que quiero son herramientas para periodistas, que me ayuden a hacer mejor mi trabajo. Para mi; la sesión de cómo interpretar un estudio médico fue la más interesante”. Este aspecto es interesantísimo, y refleja algunas diferencias entre lo que busca un periodista de África y uno de US. A los “grandes e influyentes sabios” del periodismo anglosajón ciertos temas les van a sonar repetitivos, y hasta algún blogger de joven estrellato y ojos achinados puede responder al ser preguntado por el tracker que “las preguntas que le hacían de países en desarrollo eran muy básicas”. Pero es que estas herramientas básicas son las que demandan muchos periodistas. Quieren sesiones donde se discutan temas serios, importantes, prácticos, relevantes para la población… y no sesiones para acaramelar el ego de los popes del periodismo científico, o “de catarsis, de psicoanálisis de personas que trabajan mucho y en solitario”, como decía Federico Kukso.
La más paradigmática de estas sesiones fue quizás la de “¿Soy un periodista científico?”, donde además de constatar que el debate sobre si es periodismo lo que escribe un científico se ha sustituido por si es periodismo lo que escribe un blogger, la experta en periodismo científico C. Russell expuso la posición más establecida del periodismo científico: “Nuestra función no es educar, sólo informar de manera rigurosa. Y no somos amigos de los científicos, ni debemos defender su causa. Mantenemos las distancias para ser objetivos y críticos”. Aquí, particularmente, defendemos esta visión watchdog en lugar de la cheerleader, pero es totalmente cierto que en muchos países la función de este emergente periodismo científico va mucho más allá de informar. Andrea Obaid desde Chile respondía: “Obvio que no es sólo informar! El objetivo de mi trabajo es educar. Yo trato la información de manera objetiva, pero defiendo que la ciencia es fundamental para el desarrollo de nuestras sociedades. Y pido que en mi país se dediquen más recursos a ciencia, tecnología e innovación. Es una cuestión de responsabilidad, y la asumo”. Además, Andrea se mostraba un poco disconforme con el supuesto interés de EEUU en el periodismo científico del mundo en desarrollo: “Cada periodista vive en su burbuja, y no les interesa lo que piensan otras culturas. En realidad desde EEUU nos perciben como inferiores”.
Y ya en la sesión que se dedicó de manera exclusiva a América Latina, desde Brazil la editora Marulice Moura nos mostró su muy recomendable revista Pesquisa. Y Luisa Massarani de SciDev.net mostró los resultados parciales de una encuesta que están realizando entre periodistas para analizar el estado global del periodismo científico. Son resultados preliminares, pero entre ellos vemos que en América Latina el 60% de periodistas científicos son mujeres, el 60% tienen menos de 40 años, y el 60% tienen trabajos a tiempo completo. Se puede participar en el cuestionario en esta dirección.
Muchos más temas interesantes salieron durante las sesiones. Otros deberán aparecer en el próximo encuentro en Finlandia, o en los seminarios que se organicen en América Latina y estén pensados para realmente mejorar el periodismo científico, y no que las instituciones puedan poner en sus reportes anuales que han apoyado la comunicación de la ciencia, invitando a burócratas y gabinetes de comunicación del gobierno que hablan mucho pero hacen poco. También discutimos largo y tendido sobre la calidad de las iniciativas que se están llevando a cabo en América Latina. Periodistas, sed más proactivos y proponed proyectos en lugar de exponer quejas. Dirigid vosotros los papeles, sesiones y conferencias; organizad vosotros los programas y decidid las temáticas a tratar; organizad vosotros una red; y pedid soporte económico a las instituciones. Pero no dejéis que sean ellos quien lo organicen, porque después ocurre lo que ocurre.
– Pere Estupinyà
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