(English intro to Spanish lang. post) Neuroscience is not an easy topic to cover. There are plenty of “experts” writing books with overstated claims, some hype in imaging techniques like fMRI when applied to behavioral studies, and novel research topics like optogenetics or connectomics have an inner complexity that makes them difficult to handle accurately. The scientific study of the brain is nonetheless a very compelling subject for the general public. Compared to US or Spain, it is not often tackled by reporters in Latin America. But a few stories have appeared in L. Amer. in recent days. We found good articles about the use of laser in brain research, a mathematical model to apply in neural networks, a fair story about mirror neurons – with a focus on brain plasticity and the exceptional medical neurorehabilitation case of a Spanish patient who recovered vision several years after brain damage. But we found also some pseudoneuroscience. These include assertions about huge differences between the brains of men and women, neuromarketing claims with few data and weak methodology, a statement that human intelligence has reached its limit, and the prediction that we’ll be able to slow down Alzheimer’s disease in the next 10 to 15 years.
La neurociencia es apasionante. Escribir sobre la comprensión científica del cerebro y su relación con nuestro comportamiento, es de las tareas más agradecidas y estimulantes para un periodista científico. Pero también es difícil. En el workshop para periodistas que atendí la semana pasada en el MIT de Boston, la neurocientífica Nancy Kanwisher (una de las principales expertas del mundo en imágenes de fMRI) nos dijo textualmente: “se publican muchísimos estudios de fMRI con metodología pobre y conclusiones exageradas; incluso en Science y Nature… ¡sobre todo en Science y Nature!”. Este comentario ilustra el problema de que science y nature a menudo suelen dejarse llevar más por el impacto que por la metodología, y presentar resultados menos contrastados que revistas consideradas menores. Pero sobre todo nos transmite a nosotros la presión de saber identificar qué estudios son relevantes, y cuales no. No es nada fácil. Veamos algunos ejemplos.
En La Tercera (Chile) leemos el interesante artículo de Marcelo Córdoba “Los hits musicales se pueden predecir”. La idea es sencilla: pones a varios adolescentes de entre 12 y 17 años bajo el escáner registrando la actividad de las áreas cerebrales del placer mientras están escuchando canciones, y ves cuáles generan más satisfacción en el cerebro. El estudio está hecho con sólo 27 jóvenes. ¿es suficiente? La revista científica que lo publicó opina que sí, pero la verdad, es que es el típico estudio de neuromarketing que los expertos suelen criticar como demasiado osado, y a la vez en realidad irrelevante. Puede ser, pero en este caso, como tampoco es un tema de vital trascendencia, si lo redactas de manera inteligente como hace Marcelo, pues tampoco resulta grave.
Si es un poco más peliagudo alimentar mitos como que los hombres y mujeres somos extremadamente diferentes. La investigadora Louann Brizendine se ha hecho de oro vendiendo sus libros “el cerebro femenino” primero y “el cerebro masculino” después, pero antes de sacar una nota en la Revista Ya de El Mercurio como la de Daniela Mohor “Los secretos del cerebro masculino”, debemos saber que la comunidad científica no le otorga demasiada credibilidad. El texto de Daniela está trabajadísimo y muy bien expuesto. Resulta de enorme interés para el lector. Pero refleja sólo la visión de Brizendine, que dista mucho de ser aceptada por la comunidad científica. Es lo mismo que nos dijo Kanwisher sobre Oliver Sacks: “es un gran escritor, sabe mucho de neurología, y redacta historias muy elocuentes, pero como fuente de información cientofica no es fiable en absoluto”.
En La Razón también hay cierta neuroexageración con la postura de Brizandin en el texto de Belén Conquero “La guerra de sexos nace en el cerebro”. Se llega a justificar que las mujeres hagan tareas del hogar y los hombres carezcan de la capacidad de leer emociones en sus hijos. No negamos que tenga parte de razón en otros aspectos, claro, pero se trata de pseudoneurociencia que vende mucho. Desmontar mitos como la supuesta gran diferencia entre hombres y mujeres vende considerablemente menos, pero es lo que recoge La Información haciéndose eco del blog experiencia Docet.
Tendencias nos vuelve a desasosegar con el artículo de Marcelo Córdoba “La inteligencia humana está llegando a su límite”. En principio parece hablar de limitaciones en términos de proceso evolutivo, pero luego de unas surrealistas técnicas para miniaturizar neuronas, y todo bajo la asunción de que el tamaño es lo que condiciona la inteligencia. Inexacto. Nos desasosiega porque el artículo está muy bien redactado, se nota que Marcelo domina los conceptos, el ángulo es original, y ha entrevistado a científicos en exclusiva para la nota. Pero creemos que aquí arriesga demasiado con su titular, y se excede en busca de originalidad.
Hablemos de neurociencia más fronteriza. La de la optogenética o el estudio de las redes neuronales, cuya cobertura suele tener papers científicos como fuente y no libros de divulgación. En El Pais por ejemplo encontramos un muy buen artículo de Malen Ruiz de Elvira “El laser ilumina la biología” (foto de este post). No habla exclusivamente de neurociencia, sino de manera más amplia de las aplicaciones de la luz en investigación biomédica. Pero incluye aplicaciones para el estudio del cerebro, y es un reportaje tan completo y con participación de científicos locales, que merece ser destacado. En El Universal intentan explicar las investigaciones de un matemático mexicano sobre conectividad cerebral. Chapó por sacar a relucir investigaciones de científicos locales, a pesar de que sean sobre temas abstractos y difíciles de enganchar al público. Pero digo “intentan”, porque parece el típico ejemplo de nota donde la complejidad del asunto ha dejado tan perdido al redactor, que junta frases sin ser capaz de transmitir cual es el método diseñado por el científico mexicano. Por otro lado, en El País leemos el artículo de Emilio de Benito “Un par de electrodos en el cerebro recuperan la memoria en ratas” que pretende utilizar un lenguaje divulgativo. Pero con expresiones tan coloquiales que parece tomárselo a guasa. Además, a sabiendas de la decepción de los modelos animales en el estudio del alzhéimer (todo lo que parecía funcionar en ratas ha fracasado en estudios clínicos en humanos, y se empieza a asumir que es un mal modelo para estudiar el envejecimiento del cerebro humano), en la primera línea especula que la cura del alzheimer “puede estar más cerca”.
Sobre Alzheimer, el típico titular que escandaliza a investigadores: Agencia EFE “Expertos prevén retrasar el avance del alzhéimer en 10 o 15 años” (ABC). Nos podemos imaginar la cara del científico que en un congreso habla con el periodista, le insinúa que sí sería un tiempo realista para quizás frenar un poco la enfermedad, y luego lee el contundente titular en la prensa apoyado con sus declaraciones. Tierra trágame debió pensar. Cierto que las investigaciones avanzan, pero debemos ser conscientes que en el caso de terapias frente al Alzhéimer, los neurocientíficos andan bastante perdidos todavía. No es de los campos de la ciencia que más esperanza generen.
Dos muy buenas historias para terminar. En el argentino Página 12 encontramos el artículo de Marcelo Rodríguez “¿Cuáles son las neuronas más bellas?”. En el primer párrafo Marcelo ya cita neuronas espejo, redes neuronales y fMRI. Define a las neuronas espejo como las “niñas mimadas de la neurobiología”, y advierte de que se suelen lanzar mensajes exagerados, sobre todo ante la supuesta posibilidad de leer la mente. Interesante nota.
Y entrando en la parte más médica, citemos como referencia un extenso reportaje publicado en El Magazine de La Vanguardia por Marta Ricart “Cerebro en reconstrucción” sobre un paciente que tras quedar ciego por una lesión cerebral, fue capaz de recuperar su visión gracias a intensas sesiones de neurorehabilitación. Y es que la plasticidad cerebral es otro de los grandes temas de esta revolución tan maravillosa que representa el estudio científico del cerebro.
– Pere Estupinyà
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