(English intro to Spanish lang. post) Last May the Mexican government announced a program to eliminate junk food and sweet drinks from public schools. Replacing them would be fruit, water, healthy soups and sandwiches. Now it says the food industry needs time to change its products. So the shift will come “progressively”. For now at least, junk food and sweetened drinks will stay in Mexican schools. Most of the press denounces this as a step backwards, favoring economic interests and compromising the fight against a big problem: the alarming indices of child obesity and diabetes. Sweeteners are part of the “scientific” controversy. The government defends their use. One reporter cites a Framingham study’s conclusion that they worsen obesity by creating dependence on sweet taste. Another reporter goes even further, and without checking for current reviews proving the contrary, she frivolously assures that sweeteners like saccharine and aspartame are carcinogenic. One should check with Pubmed or similar data base before sharing an assumption like that.
La sencilla nota en Milenio de Blanca Valadez “Ceden Salud y SEP ante comida chatarra” lo explica muy bien, y con abundantes datos: el pasado mes de Mayo el gobierno mexicano anunció que el para el próximo curso escolar “retiraría de los planteles de educación básica la comida chatarra y bebidas azucaradas, y en su lugar las cooperativas podrían ofrecer a 25 millones 596 mil alumnos los llamados “box lunch”, conformados entre otras cosas de una manzana, un sope no frito, un sándwich de atún y una botella de agua”. Pero finalmente, “las secretarías de Salud y de Educación Pública cedieron a las presiones de la industria de alimentos procesados”, y anunciaron que dichos alimentos con alto contenido calórico “saldrán paulatinamente”. El argumento: no ser drásticos, y dejar a la industria que se adapte a los nuevos requerimientos, evitando así pérdidas considerables en el sector. Aquí nosotros no vamos a opinar, pero sí lo ha hecho en mayor o menor grado la prensa mexicana, que ve esta marcha atrás como una cesión intolerable ante uno de los problemas más importantes del país: el crecimiento descontrolado de la obesidad infantil.
En La Jornada, Susana González, Ariane Díaz y Enrique Méndez firman la nota “Reculará el gobierno en la prohibición de la comida chatarra en escuelas públicas“, que apunta al secretario de economía y “lo más elevado del gobierno federal” en permitir los daños a la salud en los niños que consumen frituras y refrescos. También dice que según el secretario de salud, ofrecer bebidas edulcorantes tiene aval científico. En El Universal, Ruth Rodríguez “Ssa defiende el uso de sustitutos de azúcar” balancea muy bien esta información recurriendo a otro experto que apunta al famoso estudio de la localidad de Framingham. Una de las conclusiones de este estudio que analiza durante un largo período de tiempo la evolución de la salud de un elevadísimo número de personas es que tanto quienes tomaron bebidas azucaradas como edulcoradas subieron de peso. El edulcorante no suministra calorías directamente, pero desarrolla un gusto exagerado por lo dulce, y las personas acaban consumiendo más con otros alimentos. Según este dato, los edulcorantes no serían tan inofensivos, pues conducirían a los niños a consumir más dulces. En El Economista, Ana Langner ya habló muy bien de este tema en junio en “El pacto antiobesidad se volvió light”, y ahora junto con Verónica Mecías en “Alertan sobre los riesgos de alimentos light” también citan estudios que concluyen que “edulcorantes como el aspartame y la sacarina están altamente relacionados con el riesgo de presentar cáncer de mama, próstata, ovario y laringe”. Aquí debemos ser muy cuidadosos, pues los supuestos efectos cancerígenos que estudios con ratas en los años 70 se le atribuyeron a la sacarina, no están tan confirmados en cantidades normales en dietas para humanos. Antes de enviar un mensaje de estas características, debemos asegurarnos bien y contrastar con revisiones de estudios científicos más actuales, la mayoría de las cuales niegan esa asociación. Pubmed con key words como “saccharin aspartame sweetener cancer” es un buen aliado. En periodismo científico, siempre que podamos, mejor preguntarle a los datos empíricos que a las personas.
– Pere Estupinyà
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