(English intro to Spanish lang. post) For sure there are astronauts that would proudly wish to land and die in Mars. And engineers that would love to work on a mission to make it possible. And scientists that could learn a lot from research done in the red planet. And people who would accept that part of their taxes be invested in this huge human adventure. The Journal of Cosmology is free to reflect such optimistic views , as it does in a special report about the human exploration of Mars. But as a reporter, you can’t simply summarize these views. You need to contrast them with those of the many scientists, engineers, historians, and sociologists with very different opinions. If you don’t, as has happened in Spain, you might end up with a very cool story but one that only writes that one should send only old astronauts for a one-way trip, that infertility is a serious problem of radiation, that we might build nuclear power stations there, that we should be careful with the pathogenic microorganisms in Mars (big news), and that US congress and international community must promote ways to fund it. The authors of the report say that human beings could land in Mars in a bit more than 20 years if we abandon the culture of security and political correctness. Well; some might also say it is politically incorrect to put in doubt the justification of a human space exploration mission like this.
Hay astronautas que gustosamente arriesgarían sus vidas para ir a Marte. Hay científicos e ingenieros que se mostrarían encantados trabajando en una misión que lo hiciera posible. Y hay ciudadanos que aceptarían que parte de sus impuestos se invirtieran en este reto. Pero cuando informas sobre la posibilidad de un viaje tripulado a Marte, no puedes reflejar sólo sus opiniones; porque también hay científicos que lo consideran una sandez, sociólogos de la ciencia analizando sus aspectos más controvertidos, y muchas personas que de ninguna manera lo perciben como algo prioritario.
La revista Journal of Cosmology puede publicar un especial promoviendo tal aventura, utilizando como fuentes a los líderes de grupos encargados de diseñar futuras misiones humanas; pero los periodistas debemos mantener un espíritu más crítico, y contrarrestar con otras fuentes. Público hace una excelente revisión de los principales aspectos del especial aparecido unas semanas de Journal of Cosmology. Nuño Domínguez en “Marte: Así será la vida en el planeta rojo”, resume el mensaje de los autores: Marte podría ser pisado en poco más de 20 años si se abandona la cultura de seguridad y el pensamiento políticamente correcto, y luego prepara cinco muy buenos despieces sobre cinco puntos clave. 1) El Camino: Un viaje de ida sería más barato. En concreto, un 80% más barato. Enviemos a ese heroico suicidio voluntarios de unos 60 años. Y si los quisiéramos regresar, que se lleven un kit para construir pequeñas centrales nucleares y generar energía. 2) Las bases: Una vuelta a la vida en las cavernas. Para protegerlos de las radiaciones cósmicas, las cavidades en regiones volcánicas serían la opción menos mala. 3) La reproducción: Los colonos pueden quedarse estériles. Seguro que el peor efecto a su salud de la radiación 500 veces superior a la de la tierra, sería que quizás se quedan estériles. Si no, seguro que podrían llevarse un traje especial que les permita procrear, tener un embarazo plácido de 9 meses, y enviar una comadrona ya viejecita que tenga el honor de sacrificarse para ayudar a nacer al primer niño marciano. 4) Enfermedades: La lucha contra microbios mortales. Noticia bomba: habría vida en Marte. Pensábamos que el problema de la contaminación era no ser nosotros quienes llevemos nuestras bacterias allí, pero resulta que hay una posibilidad de encontrarnos con microorganismos patógenos capaces de infectar nuestras células. Lo mismito que cuando Colón cruzó el atlántico, sin duda. De todas formas… los autores creen que “los beneficios científicos, tecnológicos y económicos compensarán con creces el riesgo de toparse con un patógeno“. Los suyos seguro, pero si preguntas a otros científicos de la propia NASA o ESA, cuyos presupuestos para misiones científicas o de exploración robótica se verían mermados, no te darán la misma versión sobre el coste-eficiencia de tal inversión científico-tecnológica. 5) Marketing: Un plan de viaje subvencionado. Menos mal. Por lo menos se reconoce que muchos nos tiraríamos encima de los gobernantes si decidieran que en estos momentos no tienen nada más importante en que gastarse 110.000 millones de euros de dinero público que en enviar humanos a Marte. Claro está; si hay empresas que pueden verlo como un negocio, o publicidad, o individuos que sí lo perciban como algo importante y quieran hacer donaciones de su dinero privado, adelante. Un neuro-psicólogo cuya financiación está relacionada con este trabajo, dice: “El Congreso de EEUU y todas las naciones participantes deben también promulgar leyes para proteger estos esfuerzos de recaudación y a los patrocinadores que hacen de la misión humana a Marte una realidad”.
Alabamos sinceramente la tan clara estructura que ha elegido Nuño para presentar su historia, y lo bien que ha expuesto las ideas del especial de Journal of Cosmology. De verdad; plantea los puntos clave, está fantásticamente ordenado, y da una visión muy realista de la visión de los ingenieros trabajando en exploración espacial. Pero nos falta una voz crítica. Salvando las distancias, y exagerando un poco, es como si hiciéramos una historia sobre el atún rojo preguntando sólo a los pescadores o empresarios cuyos beneficios dependen de su pesca. De la misma manera que hay una discusión social sobre si es más políticamente incorrecto dejar a 2000 españoles al paro por limitar las pescas de atún rojo, o proteger una especie vital para la cadena trófica y equilibrio ecológico de los océanos, también hay una discusión muy profunda sobre si lo políticamente incorrecto es aceptar que los motivos de exploración espacial por los que fue creada la NASA hace 40 años son ya caducos. Hay historia jugosa para rato.
– Pere Estupinyà
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