(English intro to Spanish lang post) The government of Ecuador decided to conclude the Yasuní-ITT initiative. The initiative was launched in 2007 and aimed to raise $3.6 billion from the international community over a period of 13 years, in exchange of keeping oil companies from drilling below specific areas of the amazonian Yasuní National park, which is one of the most biodiverse places of the planet. Ecuadorian government said they would be willing to preserve the area if the international community compensates with a fraction of what they would get from the 840m barrels of oil that lie below the park. Two weeks ago Rafael Correa said that in 6 years the UN supported initiative had only collected $13m, accused the world to fail, and announced his decision to conclude the Yasuní-ITT initiative and to allow the companies to start with the exploitation plans. There’s been many reactions inside and outside Ecuador. Correa criticizes the international community for lack of support but donors like Germany criticizes him for bad management of the initiative. Ecuatorian society is divided but most of the stories in the press are contrary to the decision to allow oil companies to drill. There are demonstrations asking to preserve the Yasuni, and some demand a referendum. Many people think that Ecuador should preserve the Yasuni even without the economic support of the international community. Some reporters started giving detailed information about the drilling projects and how they will affect the extensive biodiversity of the area and the communities in voluntary isolation. Here in the tracker we’ve talked several times about the Yasuni-ITT initiative, and we think its discontinuation is a very disappointing news.
Las cosas por su nombre, y los 6 años que ha durado la iniciativa Yasuní-ITT del gobierno ecuatoriano culminaron con un lamentable fracaso. En 2007 el presidente Rafael Correa propuso al mundo un pionero plan: Si en un periodo de 13 años lograba obtener $3600 millones de la comunidad internacional, no explotaría el petróleo de los megadiversos campos Ishpingo Tambococha y Tiputini (ITT) del Parque Nacional Yasuní. Extrayendo el petróleo conseguiría muchos más ingresos, vitales para una población ecuatoriana que todavía tiene necesidades básicas a cubrir. Pero si el mundo hacía un esfuerzo en preservar esta biodiversidad como bien común, Ecuador también lo haría.
6 años después, el 15 de agosto de 2013 Rafael Correa anunció que tras haber obtenido sólo 13.3 millones de dólares (un 0.37% del objetivo marcado), ponía fin a la iniciativa y concedía los permisos a las petroleras para explotar el parque (las cifras son confusas, pues cuando se habla de dinero “comprometido” la cantidad supera holgadamente los 100 millones de USD, lo cual continúa siendo poco).
Correa responsabilizó a la comunidad internacional por no implicarse en la iniciativa, pero en realidad el fracaso también es del propio gobierno y del equipo del Yasuní ITT liderado por Ivonne Baki. Unos resultados tan pobres indican falta de compromiso internacional, pero también un mal diseño del plan, o cifras desorbitadas, o débiles acuerdos en caso de cambio de gobierno, o mal liderazgo… no somos nosotros en el tracker quienes debemos evaluarlo, pero sí pedirlo a los periodistas. Es un tema importante, y paradigmático de que en realidad esa idea del desarrollo sostenible es una quimera.
Lo decimos desde el especial cariño a un país megadiverso como Ecuador, reconociendo el positivo progreso que está siguiendo en los últimos años, y sabiendo que no somos quienes para opinar desde fuera. Pero además del resto del mundo, ellos su gobierno tambié ha fallado. Si realmente quisieran proteger el Yasuní podrían explorar otras vías antes que rendirse a la explotación petrolera. Eso sí sería liderar y dar ejemplo. Cierto que la sociedad ecuatoriana tiene importantes necesidades que pueden ser atenuadas por los elevados ingresos derivados del petróleo, pero al final el capital vuelve a imponerse a la naturaleza, y se demuestra que el “desarrollo sostenible” que valora la biodiversidad a medio y largo plazo son palabras mojadas cuando hay dinero de por medio. Es una pena, pero ni el mundo ni Correa tienen agallas de preservar uno de los santuarios de biodiversidad más importantes que le quedan al planeta.
Decir que la explotación afecta sólo al 1 por 1000 de los territorios es demagógico e ignora los efectos de la fragmentación de espacios por las carreteras y del impacto ambiental de la contaminación asociada a las explotaciones. Cuando una especie desaparece lo hace para siempre, y en 40, 60 o 100 años cuando ya no quede petróleo, el Yasuní será un bosque vulgar con fósiles de tuberías corroyéndose.
Calificar de éxito la iniciativa (Ivonne Baki, directora del Yasuní-ITT) por gastar "pocos" recursos y haber logrado concienciar a mucha gente roza lo vergonzoso. De qué nos sirve la conciencia social si al final el poder económico se impone, tanto en capitalismos duros como en Ecuador. Veremos si Baki se atreve a enfrentarse al gobierno y lucha por preservar como sea el Yasuní y “dejar el petroleo bajo tierra” -como dijo en su discurso-, o si cede a las presiones y solo emite palabras biensonantes. Algunos la acusan de títere de Correa.
De momento, dos semanas después del anuncio de Correa la web, twitter y facebook de la iniciativa Yasuní-itt siguen en un patetico silencio, mostrando una clara dependencia del gobierno. No hay rebelión sino sumisión. Una muestra de la absoluta necesidad de tener un periodismo científico crítico por encima de la divulgación institucional.
Pero revisemos de una vez los medios ecuatorianos. Ha habido amplia cobertura de las manifestaciones solicitando una consulta, pero yendo al asunto básico, en general la mayoría de medios y columnistas se muestran contrariados ante la futura explotación del Yasuní. Quizás el más combativo ha sido La Hora. En un excelente artículo explica en detalle cómo se explotará el yasuní y qué impactos medioambientales tendrá. En una crónica muy crítica Rodrigo Aguilar califica como "la actriz que no aprendió a llorar" a Baki por su discurso condescendiente, y recrimina que en realidad gran parte de los presentes estaban pensando en los nuevos contratos que la decisión de Correa comporta. Rodrigo no utiliza la palabra hipocresía, pero es lo que parece transmitir, al igual que Thalía Flores preguntando dónde están ahora los artistas, poetas y músicos que hace poco cantaban al Yasuní.
El Comercio también ofrece una información muy amplia. Isabela Ponce describe de manera extensa los "6 factores que amenazan al Yasuní", ofreciendo un muy buen contexto histórico a la situación, se diseñan buenas infografias sobre cómo será la explotación, y Mónica Orozco '30 km de senderos se abrirán para sacar el crudo del parque Yasuní' entrevista un “apenado” responsable de Petroamazonas (que nombre tan desagradable para una empresa). La entrevista es profunda, y añade una visión complementaria a los debates mas extremos. La verdad es que las informaciones son numerosas y amplias. En estos momentos hay movimientos populares reivindicando una consulta a la que Correa no se negó, pero pidió que no sean vagos y recogieran las 600.000 firmas necesarias (cifra legal, pero tramposa por elevadisima hasta el sinsentido). Otro ángulo a cubrir es el desencuentro con Alemania, país que más aportó a la iniciativa y que se mostró profundamente molesto con la decisión de cancelarla, y a quien Correa acusa de comprometer menos dinero del que dice y distorsionar los hechos. Las informaciones se suman y se publican innumerables columnas de opinión que son imposibles de resumir en un post. Pero la sensación es que a pocos -pero poderosos- parece gustarles la decisión de explotar el petróleo del Yasuní.
Otra entrevista esta vez al expresidente de la Comision negociadora, en el diario Hoy “Si se explota ITT es para cumpir a China”, insinúa que el plan B siempre ha sido en realidad el plan A, y que en realidad se esperaba desde casi el principio que la iniciativa Yasuní ITT no funcionara y se construyeran refinerías pudiendo culpar a la comunidad internacional. Este es uno de los rumores más extendidos.
Amplia cobertura también en El Universo, con notas como “Consternación foránea tras fin de la propuesta Yasuní-ITT”, centrándose en el caso de Alemania pero transmitiendo que la decepción es generalizada. O un muy, muy buen “El mapa petrolero se amplía en el Yasuní diverso” (El Universo), que empieza directamente con: “Su riqueza es vasta. Solo en una hectárea se han encontrado cien mil especies de insectos y 644 de árboles y arbustos, lo que equivale a casi el total de árboles nativos que hay en Norteamérica (680). Se trata de la más alta diversidad por área registrada en el planeta. También es el hogar de los dos últimos pueblos en aislamiento voluntario del país (los tagaeri y taromenane), cuyos territorios “son de posesión ancestral irreductible e intangible, y en ellos estará vedada todo tipo de actividad extractiva”, según el art. 57 de la Constitución del Ecuador, el país que tiene en sus manos la administración de este recurso.”
En este tracker hemos hablado varias veces del Yasuní con ilusión de que lograra cumplir sus objetivos, se preservara la biodiversidad de ese rincón tan especial de la selva amazónica, la pionera iniciativa se convirtiera en un referente, y un país chiquito como Ecuador diera un ejemplo al resto del mundo. Ahora demuestra que, como el resto de gobiernos que tanto critica, prioriza el capital económico a la biodiversidad. Una verdadera pena.
– Pere Estupinya
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