(English intro to Spanish lang post) Many outlets in Latin America and Spain reported without enough criticism about the highly questionable French study suggesting carcinogenic effects of a Monsanto GM corn. Specially in Latin American countries, some stories were extremely alarming. Only a few reporters included quotes of independent scientists expressing concerns about the methodology and results. The structure in these cases was the typical: a conventional title saying “GM corn gave rats cancer, study finds” followed by 3 or 4 paragraphs describing the methodology and results, and a final paragraph about the limitations. This is very problematic. In such a story the limitations should have been presented from the very beginning, and the cornerns be captured in the title. Very few spanish speaking media did it.
El asunto de los presuntos tumores en ratas alimentadas con transgénicos merece una crítica enérgica a la propia ciencia. Luego veremos que los medios podrían haber realizado un mejor trabajo, pero a quien debemos sacarle los colores es al propio sistema científico y sus veneradas revistas indexadas con artículos revisados de pares. Si se confirma que Seralini se lo inventó todo, la lección es que no nos deben merecer ninguna credibilidad.
Aquí sólo hay dos opciones. O Seralini se ha inventado / distorsionado a mala fe los resultados, o el maíz de Monsanto sí tiene efectos cancerígenos. De momento todos vemos más plausible lo primero. Si cuando se demuestre (los datos que él ha mostrado son tan contundentes que requieren una nueva revisión experimental, como Francia dice va a realizar), se le deberá expulsar del sistema de investigación científica y señalar también con el dedo a revista y revisores. Si no, estarán dando argumentos para defender que lo publicado en una revista de poco impacto es una mierda que no sirve para nada, y que al sistema de revisión por pares se le puede engañar facilísimamente con sólo decir que has hecho un estudio metodológicamente pasable, y que el sistema no tiene elementos suficientes para verificar que los datos hayan sido inventados o no. Publicar engaños es fácil. Doctorandos, ¿para qué pasáis tantas horas nocturnas repitiendo experimentos?; modificáis un poquito los resultados, lo enviáis a una revista flojita a la que ya se sabe nadie debe hacer caso, y tesis publicada. La única manera de salvar la dignidad y defender que esto es un sacrilegio es que la ciencia planta cara experimental y judicialmente a Seralini. Porque de momento, las críticas al estudio son patéticas:
Es absurdo decir que en 20 años el maíz de Monsanto no ha dado cánceres en EEUU. ¿Cómo lo saben? ¿Van marcados con una “M”? Si efectivamente tuviera un efecto tumoral sería imposible distinguirlo entre los centenares de miles de cánceres que anualmente se producen en el país. Decir que utilizó pocas ratas y el método estadístico no es bueno también es falaz. Con los abultados resultados que él ha dicho que consiguió, el número de ratas es suficiente y otro método también habría obtenido diferencias. Y lo de utilizar ratas propensas a tumores , más de lo mismo. No sirve como excusa. Él ha utilizado controles y visto diferencias significativas con las alimentadas con maíz transgénico. Si realmente nos creyéramos a Seralini, habría serios motivos de preocupación a pesar de las debilidades metodológicas. El resumen de críticas de la fundación protransgénicos Antama que publica ABC Color “Encuentran inexactitudes en estudio contra maíz GM“ como clara muestra de apoyo a su gobierno en plena discusión sobre transgénicos en Paraguay, es insuficiente. Y Materia, que es quien ha hecho un mejor trabajo crítico, también se excede con la palabra “rebate” en el titular de Manuel Asende “Los transgénicos rebaten el estudio que vincula transgénicos con tumores galopantes”. Los investigadores que muestran recelo no rebaten nada. “discrepan”, “desconfían” o “muestran recelo”, pero en ciencia no se rebate con palabras, y bien que lo saben los de Materia. Aquí no han sido demasiado neutros.
No estoy defendiendo el estudio, todo lo contrario. Por precedentes e inexactitudes parece obvio que está manipulado. Pero los resultados son de tal impacto que requieren ser rebatidos experimentalmente. Y luego ser muy pero que muy contundentes, en aras de la credibilidad científica. Y si al final resulta que esos dos años de ratas comiendo transgénicos sí muestran algo que no se veía en los 90 días de Monsanto, pues escándalo de dimensiones planetarias. Más de uno estaría contento, como por ejemplo los mexicanos de La Jornada abonados a la crítica totalmente parcial y acientífica a los transgénicos, demostrada nuevamente por el artículo de Silvia Ribeiro “Ratas, cáncer y políticas transgénicas” (más ponderado el de F. Camacho y C. Gómez “Creciente debate sobre los daños del maíz transgénico en alimentación”. En América Latina henmos encontrado muchas notas antitransgénicas. Otro ejemplo la de El Clarín (Chile) “El maíz transgénico de Monsanto que genera cáncer en ratas se cultiva en Chile”.
El mensaje que este asunto nos deja en lo periodístico es que no podemos fiarnos ni un pelo de –como mínimo- los estudios publicados en revistas de bajo impacto. No somos meros voceros de los investigadores. Nuestro trabajo debe ir mucho más allá del simple “un estudio dice…”. Es la única manera de aportar valor a la profesión. Si no, copiar-pegar de departamentos de comunicación/marketing ya es suficiente. Aunque haya criticado el titular, la actitud de Materia es la correcta. La experiencia nos dice que en el caso del estudio de Seralini la información sobre su estudio no sólo debe verse acompañada de las críticas de la comunidad científica, sino que en este caso las críticas al estudio deben presentarse antes que los propios datos experimentales. Es un punto importante: normalmente describimos primero un estudio y luego mostramos opiniones contrarias. Aquí debemos mostrar primero opiniones contrarias (por masivas en la comunidad científica) y luego los datos del estudio. No lo hace El País en la pieza de Luis Doncel y Emilio de Benito “Un estudio indica que ratas alimentadas con transgénicos tienen más tumores”. Si el lector lee sólo el titular y los tres primeros párrafos, se va al supermercado asustadísimo. Las críticas al estudio que el artículo muestra en su segunda mitad deberían haberse colocado mucho antes, y ser incluidas de alguna manera en el titular. Aquí no nos sirve la estructura convencional en la que hablar de las limitaciones del estudio en el último párrafo es suficiente. Algo parecido hace el mexicano Milenio “Maíz y herbicida de Monsanto producen cáncer, según estudio”, incorporando una visión crítica al estudio, pero de nuevo en el último párrafo.
De todas maneras, incluso hemos visto muchas notas como la de ABC “Científicos franceses detectan tumores en ratas alimentadas con maíz transgénicos” o La República “Ratas alimentadas con maíz transgénico sufren cáncer y mueren antes, según estudio”, que no incluyen matiz alguno y toman literalmente las notas de las agencias Reuters o la francesa AFP para reproducir en tono alarmante los resultados del estudio. “Periodismo” barato y malo. En El Comercio (Ecuador) “Temor y alerta por maíz transgénico” sí incluyen réplicas en pieza extensa con gráfico incluido, pero las de Seralini a las críticas sobre su estudio. Clara posición también anti-OMG.
Un buen punto en la manera de informar lo encontramos en la nota simple de La Nación “Cuestionan un maíz transgénico”. El titular evita hablar de cánceres y tumores, y en el texto explican que Monsanto les negó dar explicaciones. Hay muchoa más, y diferentes aspectos a considerar, como que el equipo de Seralini envió el paper a medios franceses sin permitirles compartirlo con otros científicos. Es un caso de análisis en periodismo científico. A ver si vamos madurando y pasamos del amiguismo con los científicos a un respeto que incorpore crítica.
Luego también hemos encontrado textos con la posición inocentona de científicos reclamando que sobre transgénicos sólo se hable desde la perspectiva científica. Pobrecitos. Parecen no haberse enterado que existe una realidad económica, social y comercial fuera de sus laboratorios, y que algunos países no tienen porqué ir cediendo parte de su agricultura a multinacionales de otros. Ya sé que la palabra proteccionismo suena a pecado capital en algunas bocas de economistas; a menudo hipócritas que la utilizan sólo cuando les interesa. Pero el debate sobre transgénicos no sólo es salud y medioambiente. Y pensar que los investigadores e instituciones que financian estudios se rigen sólo por la objetividad científica, es ser muy ilusos. Algo que en principio ningún periodista se considera.
– Pere Estupinyà
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