(English intro to Spanish lang. post) Where are the Mexican science journalists when needed? There is much to criticize in the poor reporting about newly approved experiments with GMO maize in Mexico. News outlets lost an opportunity to show what good science reporters are capable of doing, and why their expertise is so necessary in a world that is more and more embeshed in science and technology. Mexican society clamored for clear information. The main newspapers have given them only confusion with accounts biased to the pros or cons. Of course there are exceptions but too few in such an important topic. It should have been treated more carefully. This time, smaller magazines from universities or research centers have done much better work than professional journalists.
Tantos encuentros y foros para reclamar más y mejor periodismo científico, y cuando tenemos la oportunidad de demostrar la gigantesca valía social de nuestra especialización en un mundo cada vez más influido por la ciencia y la tecnología, la desaprovechamos.
No pasa absolutamente nada si cubrimos a medias el último fósil mediocre encontrado por un paleontólogo británico en China. Pero en un asunto de vital importancia como los nuevos permisos de plantaciones experimentales de maíz transgénico en México, y sabiendo lo sensible que es la población a esta temática, la cobertura de los periódicos mexicanos debería haber sido mucho mejor.
Os aburriría si citara la lista de artículos que el Tracker ha estado rastreando estas dos últimas semanas (agradezco a los compañeros que desde México han compartido links y opiniones). La mayoría de piezas no están mal; pero pocas están bien, realmente bien. Y es una lástima, porque es un asunto que podría haber generado trabajos excelentes, convencido a nuestros editores, ofrecido claridad al lector, y reivindicado la necesidad de dar más espacio al periodismo científico de calidad. Sin embargo, el cruce de notas haciendo caso a veces de unos y a veces de otros, parece haber generado todavía más confusión en el ciudadano.
¿Quizás falta creérnoslo un poquito? ¿ser un poco más soberbios y celosos de nuestra labor? Hubiéramos deseado encontrar la actitud: “Mira gobierno… como periodista mi obligación no es creer todo lo que me digas sino buscarte las cosquillas; también en materia ciencia y tecnología, y especialmente cuando oigo discrepancias por parte de investigadores serios. Y tu, Greenpeace, no esperes que reproduzca de manera textual tus mensajes exageradamente alarmistas. Ya sé que te mueve más la ideología que la ciencia, y no me la vas a colar. A ambos: Os utilizo como fuentes, pero disculpadme si voy a añadir otras que me parezcan más objetivas, y contrastar declaraciones con estudios científicos no vinculados a la problemática. Estoy preparado para hacerlo, y es lo que la sociedad me exige.” (…) “Ah! Y no penséis que me chupo el dedo… sé de sobra que los organismos modificados genéticamente no son ni buenos ni malos de por si. Depende del tipo, las circunstancias, y si estamos hablando de salud, medioambiente o economía. No voy a perderme en generalidades, sino a hablar específicamente del caso concreto del maíz que nos ocupa, y en las circunstancias de nuestro país. Que no me venga nadie hablando de problemas de salud, porque en este caso ya sabemos que es irrelevante. Descarto de cuajo esta polémica. Y que nadie intente esconder el riesgo de transferencia de genes a especies nativas, porque sí es una preocupación legítima muy importante. Y no me precipitaré en evaluar factores socioeconómicos estando en una fase experimental, que pretende resolver preguntas antes de decidir si seguimos o no con el plan”.
Disculpad por extenderme, y por el tono engreído del texto. No me odiéis, sólo pretendo estimular un espíritu más combativo en nuestra profesión. La cobertura de El Universal, por ejemplo, ha sido decepcionantemente escasa. Podemos destacar un interesante foro con expertos, pero en general ha estado muy lejos de lo que se le supone. La Jornada ha hablado muchísimo del tema, pero como dijimos en un post anterior, sólo ha mostrado la parte más crítica del asunto, y sin ningún esfuerzo de recurrir a fuentes científicas no posicionadas. Ayer Matilde Pérez publicó un buen artículo sobre el papel del campesino en la preservación de la biodiversidad, pero hoy mismo Laura Poy Solano se atreve a subtitular que el cultivo de maíz transgénico pone en riesgo la alimentación del 20% de la población mundial. El cuerpo de la noticia no dice exactamente eso, pero escoger un subtítulo falseado como éste denota una predisposición por parte del periódico. En La Jornada de Aguascalientes, Jennifer González escribe un artículo centrado en los riesgos, pero bien ponderado.
En Milenio también podrían haber tratado el asunto en más profundidad, pero por lo menos hemos leído un par de piezas buenas, con tono más neutro, siendo crítica una y más positiva la otra. Hace ya algunas semanas Bernardo Caamal preparó una cuidada nota sobre el riesgo que suponía el maíz transgénico a las semillas criollas, y el pasado fin de semana Milenio Semanal apostó por un reportaje exhaustivo de Mónica Flores Lobato en el que por fin se pretende dar una visión global del asunto, con gráficos explicando qué es un organismo modificado genéticamente, y en un contexto divulgativo aunque se abuse un poco de términos científicos. Espetar en plena introducción “plásmido” o “enzima de restricción” aleja al lector. No es imprescindible citarlos, pero si se hace para ofrecer más información técnica a quien le interese (está muy bien) entonces se requiere una explicación. Y si ves que entonces pierde ritmo, pues se quíta aunque duela y verás como no ocurre nada.
Una última curiosidad de esta situación, es que publicaciones “pequeñas” han presentado notas de gran interés. Proponiendo que enviéis al Tracker tolo lo destacable que él seguro ha obviado, destacamos un par.
¿Cómo ves? presenta un fantástico artículo de Agustín López Murguía: “Sobre cerdos y maíz transgénico”, que valora de manera excelente pros y contras, y reclama la misma ética en los medios de comunicación masivos. La crítica a una información publicada hace unos años en La Jornada es el hilo conductor de una extensa historia de lectura muy recomendable para los periodistas científicos. Si al tracker se le permite, prescindiría de la referencia inicial a que la naturaleza lleva milenios modificando genéticamente animales y plantas. Es muy utilizada por los defensores de transgénicos para defender su inocuidad, pero contiene cierta trampa, porque sabemos que nunca se producirían de manera natural ciertos cruces que se dan en el laboratorio.
Enel Boletín Invdes del Foro Consultivo y Tecnológico, Héctor de la Peña prepara un excelente resumen de la situación. Muy directo e informativo. Intenta tranquilizar al lector diciendo que “cada permiso pasó por un riguroso proceso técnico en el que participaron el SENASICA de SAGARPA, la SEMARNAT, el Instituto Nacional de Ecología y la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, quienes dictaminaron los principales beneficios y riesgos agronómicos y medioambientales del proceso experimental. Asimismo, todas las semillas a utilizarse en esta fase cuentan con la aprobación de las autoridades sanitarias de sus países de origen y de México, país que importa, procesa y consume maíz transgénico desde hace una década”. En el texto se lee una frase, que ojalá algún día se convierta en realidad: “Ahora el debate estará fundamentado en el conocimiento y no en posturas políticas o ideológicas”.
– Pere Estupinyà
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