(English intro to Spanish lang post) Still in the worst of the economic and political crisis in Spain, the Spanish National Research Council (CSIC) needs an urgent injection of €75 million to avoid the closing of centers and activities. The situation is “catastrophic” according to CSIC’s president, who alerts the institution won’t be able to operate beyond October if it doesn’t receive the funds (yes; only $100M). In a “desperate decision” CSIC (the largest scientific institution in Spain) took money earned in grants from several high competitive groups in order to save the functioning of the institution. The decision has been criticized saying it sacrifices excellence. There’ve been demonstrations in several cities, and 100 Institute’s directors sent a letter to the secretary state for science explaining how delicate the situation is. Science reporters are covering the crisis extensively, arguing unanimously that Spanish government must save CSIC as soon as possible. Some voices start saying that after that happens, a a reform of the institution and a better evaluation system will be needed. In fact, others say those were already needed a few years ago.
La función del periodismo científico no debe ser alabar y defender la ciencia a toda costa, sino también criticar sus interioridades como hacen los periodistas de política, fútbol o espectáculos. Se hace en los países anglosajones, poquísimo en España.
Cierto que justo ahora tras los nefastos recortes en ciencia del gobierno español nuestra labor comunicativa debe centrarse en apoyar a los investigadores e intentar influir en sociedad y gobernantes hacia una mayor apuesta por la actividad científica, y la delicada situación del CSIC es el mejor ejemplo. Obvio que ahora debemos transmitir con fuerza y convicción la necesidad de salvarlo (si el gobierno no compromete 100 millones en lo que queda de año tocará empezar a cerrar grupos y centros), pero tradicionalmente en España se ha echado en falta un periodismo científico crítico que refleje los problemas internos de modelos e instituciones, y cuando el CSIC salga de esta, quizás deberemos empezar a mirar de manera analítica no sólo hacia arriba sino también hacia dentro.
Se habla de construcción de demasiados centros, de falta de transferencia, de científicos funcionarios apoltronados, de poca meritocracia, de modelo y estructura poco eficiente… cosas que no son sólo responsabilidad de los políticos, y que la ciencia española debería espabilarse en debatir, autocriticar y cambiar internamente. Aquí hay material periodístico también, y en el tracker llevamos diciéndolo desde hace mucho. Hay modelos de instituciones científicas en España que sí son competitivas, captan talento, consiguen más fondos, y logran sortear la crisis.
Pero aparquemos la crítica interna, porque realmente no es el momento. España está pasando una situación económica difícil en la que sin duda toca hacer sacrificios. Pero el gobierno demuestra que la ciencia está al final de su lista de prioridades y podría dar una estocada fatal a la principal institución española, el CSIC, si no le concede los míseros 100 millones de euros que requiere simplemente para mantener sus centros operativos hasta final de año (Emilio de Benito – El País). Los investigadores –todos, no sólo del CSIC- llevan meses con campañas y manifestaciones explicando que los proyectos no se pueden parar y retomar tan fácilmente, que la ciencia requiere continuidad, y que los recortes pueden derrumbar lo construido en los últimos años. Pero la situación concreta del CSIC ha llegado a ser tan dramática, que a principios de julio su presidente canceló los ahorros de institutos de investigación a fin de gastarlos para salvar a la institución (Nuño Domínguez – Materia). Esta “decisión a la desesperada” salva al CSIC temporalmente, pero ha sido criticada porque “no discrimina entre los mejores grupos y los peores”, y algunas voces empiezan a insinuar que para la ciencia esta medida es peor que cerrar algún centro ineficiente o echar a ciertos investigadores.
Un buen ejemplo y texto recomendado es también este de Nuño Domínguez en Materia, explicando el caso concreto del Instituto de Neurociencias de Alicante que tras muy buenos resultados y conseguir financiación europea, debido al “corralito” del CSIC ve reducidos sus fondos disponibles de 4.4 millones de euros (conseguidos en proyectos europeos y otros) a 600.000. El director del instituto lo califica de “desastre” y advierte que implicará el sacrificio de personal y proyectos que estaban siendo muy competitivos. “Lo más absurdo es que este movimiento castiga a los mejores”, escribe Nuño. Aunque como se percibe al final del artículo, el coleguismo de la comunidad científica hace que de puertas hacia a fuera (hacia dentro se critican sin piedad) reivindiquen que la solución no es sacrificar a nadie sino que el gobierno aporte más dinero para salvar a todos y mantener la competitividad de los excelentes. (Ya se que la palabra “excelencia” jode, pero en ciencia es fundamental y cualquier doctorando lo sabe).
Nota: Estoy citando artículos de Materia, porque es posiblemente el medio que más atención constante le está prestando a la situación, llegando incluso a promover la iniciativa “salvemos la ciencia”, con evento presencial incluido el próximo septiembre.
Pero desde luego también El País ha publicado bastantes notas como el muy buen texto/entrevista de Jaime Prats “La situación es crítica, estamos al límite”, el completísimo artículo lleno de datos y ejemplos de Emilio de Benito “Al CSIC se le acaba la hucha” y otros como J. Prats/E. Benito “Cien directores CSIC advierten paralización actividad en semanas” o Laura Femmille “Protesta ante director CSIC por recortes fondos”.
Con un poquito menos de fuerza también El Mundo se ha mantenido firme con artículos de Teresa Guerrero “El CSIC sufrirá un 'cataclismo' si no recibe otros 75 millones antes de octubre”, T.G. “Carmen Vela: Haremos lo necesario para salvar al CSIC” o de Miguel Corral “Science ve nubarrones en ciencia española”, donde menciona que un estudio en Science asegura que “además de la falta de recursos, la mala distribución de los pocos que hay hará un daño aún mayor a la investigación española”. Menos énfasis en otros medios como ABC o La Vanguardia. La Agencia SINC, como es lógico por depender del gobierno no trata el tema, lo cual es una limitación a su muy buena labor. Gran cantidad de otras publicaciones, webs y blogs se quejan de la situación, cuyo análisis sería difícilmente abarcable en este post. Veremos qué ocurre en los próximos meses. Ojalá el gobierno recapacite y conceda al CSIC los fondos que necesita para no sacrificar ni un único contrato o centro. Seguramente será así, aunque posiblemente la inatitución saldrá de esta con peticiones de un sistema de evaluación más exigente.
Un capítulo polémico reciente es que en plena crisis el CSIC ha dedicado 600.000 euros a bonificaciones, como explica Nuño en Materia o Ángela Bernardo en un muy buen resumen del panorama en Alt1040. No es un asunto baladí y dará juego informativo, pero no creemos este episodio deba desviar la atención de lo fundamental: más dinero urgente a la ciencia española y al CSIC.
– Pere Estupinyà
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