(English intro to Spanish lang. post) Today we compare three stories published in Chile and Argentina; about acupuncture, shamanic healing, and the limits of stem cells clinical applications. The acupuncture one uses only favorable sources explaining a vast list of benefits for women health. The stem cells one alerts about the increasing number of clinical centers that are offering treatments whose efficacy has not been scientifically proved and that might be unsafe. We argue that –at least in some Latin American press- these different levels of caution are very common when one reports about conventional or alternative medicine. It’s true that the critical attitude we usually get from the sources is very different. But being aware of that, we can’t report on acupuncture without a single reference to a scientific study, or at least the view of a counterpart from conventional medicine. In this sense, the story of shamanism explains the possible psychological benefits of this practice, but includes a quote from a WHO document, and explains also that a commercial neoshamanism sought by disenchanted people it’s growing, which distorts the real ancestral rituals.
Vamos a comparar tres artículos aparecidos el pasado fin de semana en secciones de ciencia; uno sobre beneficios de la acupuntura, otro sobre chamanismo curativo, y otro acerca de los límites de las células madre. Anticipo la conclusión del post: mientras que cuando reportamos sobre medicina convencional solemos advertir claramente de sus límites, en terapias alternativas tenemos tendencia a transmitir que sirven para todo. Y esto resulta por la actitud de las fuentes respectivas, y porque resulta difícil encontrar buenas referencias que –desde dentro del sector- mantengan una actitud crítica con la medicina alternativa y nos sirvan para contrastar la información. Si queremos hacer buen periodismo de ciencia, nuestro trabajo es buscarlas, junto con literatura científica siempre que sea posible.
En la sección de ciencia y tecnología de El Mercurio (Chile), en encontramos un texto de Lorena Guzmán y Paula Leighton en defensa de la acupuntura: “Acupuntura, la nueva aliada de las mujeres”. Decimos en defensa, porque sólo se utilizan fuentes favorables a esta terapia alternativa, que se propugna sirve para aliviar trastornos premenstruales, sequedad vaginal, reglas abundantes, ciclos irregulares…, e incluso infecciones, ayudar a que se produzcan contracciones en el parto, o tratamientos de infertilidad “tan efectivos como la fecundación in vitro” al “tonificar la esencia de los óvulos ayudando a que crezcan y salgan”. Aquí no vamos a juzgar la acupuntura ni la precisión de tales afirmaciones, pero conocedores de la controversia que la rodea, en una sección de ciencia no podemos reflejar sólo esta visión favorable sin contrastar con la una única fuente que refleja la posición de la medicina convencional. Incluso lo ideal si queremos hacer buen periodismo científico es -como ya hemos insistido algunas veces- ir más allá de las opiniones a favor o en contra y recurrir a la literatura científica para que confirme o desmienta lo que alguien nos pueda vender. Cierto que en algunos casos puede haber pocos estudios publicados, pero entonces como mínimo nos toca ser más cautelosos.
Esta cautela sí la encontramos en La Nación (Argentina) en un texto de Tesy de Blase sobre rituales chamánicos. Por lo pronto, empieza planteando que a estas ceremonias sanadoras acuden personas desencantadas con la psicología y medicina convencionales, y que comparten poco con la mirada racionalista occidental. El artículo también refleja las opiniones de los defensores de utilizar el chamanismo como terapia, pero se centra sólo en temas de bienestar psicológico, evita mencionar curas de enfermedades concretas, y cita un documento de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Lo hace para reforzar la idea de que la búsqueda de armonía, el cuidado integral del paciente y una visión holística de la salud tienen efectivamente consecuencias muy beneficiosas par alos individuos y pueden ser carencias en la manera como se practica la medicina occidental. Innegable. Pero al mismo tiempo advierte de la llegada de un neochamanismo comercial poco serio que desvirtúa las prácticas ancestrales.
Pero leamos ahora, también en La Nación, el extenso artículo de Fabiola Czubaj explicando qué se puede curar y qué no a día de hoy con las células madre. En realidad, con las células madre también se han creado expectativas desmesuradas y por Internet se pueden encontrar clínicas ofreciendo tratamientos a gran cantidad de patologías. Pero aquí la actitud de los propios investigadores –y del periodismo- es muy diferente: hay un constante filtro de los científicos implicados en advertir al público que queda mucha investigación por realizar y no deben dejarse llevar por promesas infundadas. El artículo deja muy claro que de momento las aplicaciones clínicas sin riesgo de estas células capaces de regenerar tejidos están limitadas a algunas enfermedades de la sangre, pero que “para las enfermedades del cerebro, el corazón, el riñón, el páncreas, el hígado, los músculos, el pulmón y otros órganos todavía no tenemos prueba alguna de que funcionarán”. El contraste es obvio. En general, cuando reportamos sobre medicina convencional marcamos unos límites muy estrictos, pero al hacerlo sobre terapias alternativas solemos transmitir que sirven para todo. No estaría mal encontrar un experto que reconociera los límites o abusos de sus compañeros. Pero no es sólo culpa nuestra; el artículo de Fabiola habla sobre un sitio online creado por la Sociedad Internacional de Investigación con Células Madre para –“dado el aumento de clínicas y médicos que están ofreciendo vía Internet tratamientos universales para curar enfermedades graves y que no cuentan con respaldo científico”-, informar a la comunidad y los profesionales sobre el consenso científico internacional. En el campo de las terapias alternativas es más difícil encontrar esta autocrítica. Pero sin duda existe, y es nuestra labor buscarla.
– Pere Estupinyà
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