(English intro to Spanish lang post) Argentinean government presented the plan "Argentina Innovadora 2020" aimed to duplicate the number of scientists in the country and triplicate the R&D public funding in the next 7 years. During the presentation of the plan, Argentinean president Cristina Fernández said that diabetes is a disease of rich people that eat a lot and are sedentary, that Argentinean scientists working abroad want to return to Argentina but they can’t because of their mortgages, that Argentina has good human resources because they eat lots of protein, and several other surreal assessments. Nonetheless the plan seems to be really solid, ambitious, and it can make a big impact in Argentinean R&D system. It was brilliantly exposed by the minister for Science and Technology. At this moment science reporters have only explained its basic details and goals, but they will soon have to analyze the plan more carefully and to follow up its implementation.
La semana pasada el gobierno argentino presentó el Plan nacional de ciencia “Argentina Innovadora 2020” entre cuyos ambiciosos objetivos está triplicar la inversión pública en ciencia, repatriar a los mejores cerebros fugados, y duplicar el número de investigadores en el país en sólo 7 años. El plan cuenta con líneas estratégicas, y parece tremendamente bien meditado. Felicidades, y ánimo. Es un verdadero reto, pues insuflar tanto dinero en ciencia y no generar desequilibrios no resulta tan sencillo como puede parecer. Hay ejemplos que no salieron del todo bien, como el caso de la duplicación del presupuesto del NIH en los 90. Pero sin duda son muy buenas noticias, y los periodistas tienen una importante labor en apoyarlo, pero también en desgranarlo, identificar objetivos a corto plazo, e ir vigilando que se cumplan.
Recomendable escuchar aunque sea los primeros minutos de la intervención del ministro de CyT Lino Barañao durante la presentación del plan. De manera muy aguda empezó diciendo que si preguntara qué había en grandes recursos en el país, pero estaba mal administrado y el beneficio se iba fuera, todos pensarían en el petróleo. Pero “incluso más vergonzoso, lo mismo pasaba con los cerebros científicos argentinos”: El país regalaba cerebros gratis para que generaran prosperidad en el hemisferio norte. Teniendo en cuenta que la educación en argentina es gratuita, significaba “una clara transferencia neta de recursos”.
Barañao recordó la época en la que los investigadores se consideraban peligrosos, o cuanto menos prescindibles, “porque la tecnología ya venía de fuera”. Explicó que esto generó una situación perversa (nota: que puede haber afectado o estar renaciendo en otros países): con la falta de apoyo los científicos se quedan con la sensación de que “no pedimos nada pero que no nos pidan nada”. En estas circunstancias algunos se acomodan y se distancian de una sociedad que consideran no les aprecia lo suficiente. Se dedican a “hacemos lo que nos gusta y encima nos pagan”, no se sienten parte de la comunidad, y van a su aire. Esto no ocurre en países desarrollados donde los investigadores son bien conscientes que los ciudadanos a través de sus impuestos están invirtiendo en ellos a cambio de beneficios.
Barañao fue contundente al establecer que “los países que están bien ahora son los que tienen buena educación y buena ciencia y tecnología”, y escuchándole, uno no deja de pensar en la insensata burrada que es dejar escapar las mentes más brillantes de un país. Los países están formados por personas. Si se marcha gente inteligente, emprendedora, trabajadora y capaz, el país se vuelve menos inteligente, emprendedor, trabajador y capaz. No hay vuelta de hoja. Aunque no trabajen de científicos, pero que se queden. Es el capital humano que quiere tener un país. Además, Barañao citó un estudio según el cual el 99% de doctores formados en el conycet tiene trabajo.
Citó también que el objetivo de la prosperidad es mejorar la calidad de vida, y que desde el proceso de reconstrucción de la ciencia iniciado en 2003 se han aumentado las becas, mejorado los salarios, aumentado investigadores, y realizado programas de fortalecimiento. Según el plan, toca seguir a un ritmo todavía más ambicioso. El crecimiento debe ser “verde y gris” porque debe ser sostenible e inclusivo, y eso sólo se consigue con materia gris. Gran parte de esta materia gris se debe obtener recuperando el capital intelectual del exterior, que “viene con intereses” porque llega con mejor conocimiento del que salió, con conexiones, y muchas veces con subsidios. Recuperar estas mentes tienen un impacto económico muy positivo.
Habló de que fortalecer el sistema implica más colaboración, y que tanto ciencia universitaria como empresas deben remar en la misma dirección para que el ciudadano realmente reciba algo a cambio de sus impuestos. Esa reticencia entre ambos, en la que el científico percibe al empresario como un ser egoísta que sólo piensa en el lucro, y el empresario al investigador como un parásito que chupa pero nunca produce nada más que estéril conocimiento debe desterrarse, entre muchas otras cosas, porque es falsa por ambos lados.
Después del presidente llegó el turno de la presidenta Cristina Fernández, con un surrealista discurso en el que soltó la barbaridad de que “la diabetes es una enfermedad de personas de alto poder adquisitivo” porque comen más y son sedentarios, se hizo un lío hilarante con un tubérculo argentino que según ella es ideal para la diabetes, reduce los trigliciminidiéliridos, es maravilloso para del calcio en los huesos de la mujer, y nos quedamos sin entender cual era el mensaje a transmitir. El amaranto argentino también tiene unos aminoácidos esenciales “que nosotros no tenemos”, los incas hace 4000 años ya eran los reyes del mambo antes de que los colonizadores (tema recurrente en su discurso) se lo cargaran todo, “el recurso humano argentino es altamente calificado porque consume mucha proteína, y eso se ve en los científicos”, y quien más debe invertir en ciencia es la empresa privada “que dinero no le falta con lo que han estado ganando” (plas, plas, plas… aplauso fácil bien buscado). Respecto recuperar científicos, que sepáis que si los investigadores argentinos en el extranjero no regresan a su país es por la hipoteca que tienen con el banco. Ellos en realidad desean regresar, pero aunque vendan la casa “no alcanzan a cancelar”. La presidenta dijo que iban a explorar la manera de solucionar este problema. Después habló de cabras y ovejas, pero ahí me quedé. Surrealista discurso, de verdad. Quien se lo haya preparado, se habrá ganado un toque de atención.
Para una información inicial sobre la presentación del plan se puede lees el texto en Clarín de Valeria Román “Prometen duplicar en siete años la cantidad de científicos”, quien empieza calificando a la ciencia como “la niña mimada del gobierno”, y escribe que el plan contempla “duplicar el número de investigadores”, y “se promete que la inversión pública en ciencia y tecnología pasará del 0,65% del Producto Bruto interno argentino al 1,65% en 2020. En 2002, la inversión llegaba al 0,44% del PBI. También se espera promover que las empresas privadas argentinas pongan más interés en investigación y desarrollo: hoy sólo colaboran con el 26% del total de inversiones, y el plan busca que lleguen al menos al 50%”. Texto parecido en La Nación por Nora Bar “Buscan casi triplicar la inversión en ciencia e innovación en siete años”, añadiendo áreas temáticas específicas y que se plantea “llevar la inversión destinada a I+D en provincias del NOA, NEA, Cuyo y Patagonia del 28 al 37%. También, promover la articulación entre la academia y la industria, entre las universidades y los municipios, y entre la Capital y las provincias”.
En definitiva: buena noticia por el manifiesto interés del gobierno en aumentar la inversión en ciencia, recuperar talento fugado, trabajar en áreas bien delimitadas, y mejorar la competitividad empresarial, e importante labor de los periodistas en hacer seguimiento.
– Pere Estupinyà
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