(English intro to Spanish lang post) More than 600 european neuroscientists signed last week an open letter to the European Commission criticizing the management and the scientific soundness of the $1.6 Billion 10-years Human Brain Project (HBP) which pretends to create a supercomputer simulation of the human Brain. Leaded by Henry Markram, the project raised concerns from the very beginning. Now a group of prestigious researchers argue it has “substantial failures”, “a narrow approach”, and “a significant risk that it’d fail to meet its goals”. They complain about “the quality of the governance”, “the lack of flexibility”, and they threaten to boycott the project if the EU don’t follow their recommendations. “European neuroscience is broken” says a reporter in Materia. “Open war” says another one in El Mundo. Some researchers defend the project and say that the ones who signed did it because they are not part in the project. The issue has received lots of attention in the science sections of the main european newspapers. But in Spain, only El Mundo and Materia published stories right after the open letter, and adding the views of spanish neuroscientists involved and not involved in the HBP. Other newspapers published a few day laters, and some like El Pais didn’t even mention it.
El pasado 7 de julio más de 600 neurocientíficos de toda europa publicaron una carta abierta a la Unión Europea expresando duras quejas y dudas sobre el ambicioso Human Brain Project (HBP), que con 1000 millones de euros en 10 años es uno de los proyectos científicos más ambiciosos impulsados por Europa. Liderado por Henry Markram, el HBP pretende integrar todos los datos conocidos hasta modelar informáticamente el cerebro humano, para intentar así hacer simulaciones y entender su funcionamiento. Es un macro-proyecto que desde el principio generó incertidumbre dentro de la comunidad de neurocientíficos de todo el mundo, pero que ahora ha salido a la luz con una carta que plantea dos quejas fundamentales: 1- Porque dudan del enfoque científico del proyecto (“narrow approach, leading to a significant risk that it would fail to meet its goals”), y 2- por su gestión centralizada (“there are substantial failures, especially concerning the quality of the governance demonstrated and the lack of flexibility and openness of the consortium”).
La carta es tremendamente directa, da una serie de recomendaciones a la UE, que básicamente pasan por abrir la gestión del proyecto a un consorcio de neurocientíficos más amplio no tan centralizado en la figura de Markram (sin citarlo explícitamente). Los firmantes piden a la UE que si no puede garantizar sus objetivos, distribuya todo el dinero previsto para el proyecto en el sistema convencional de becas a investigadores individuales. Si nada de esto ocurre, piden a los neurocientíficos que boicoteen el HBP y no apliquen a sus proyectos.
Está claro que aquí hay diferentes visiones e intereses entre los que están dentro del proyecto y los que están fuera, y que un desencadenante puede haber sido la supresión de líneas de trabajo dentro del HBP. Pero no se puede interpretar sólo como un conflicto entre intereses de investigadores, pues las reservas hacia el principio vienen de lejos y algunos llegan a plantearlo como uno de los grandes fracasos de la ciencia europea. Es un tema que merece un análisis periodístico detallado. De hecho, es justo un ejemplo para ver quien hace periodismo científico.
Uno de los textos más completos lo publicó Maria Valerio “Guerra abierta en el mayor proyecto europeo para descifrar el cerebro” en El Mundo. En él, el reconocido neurocientífico español Javier de Felipe, que forma parte del HBP, dice que “no entiendo esta respuesta de patio de colegio”. Los otros neurocientíficos que entrevista María, también de primer nivel, hablan de gestión centralizada y poco transparente. Leyendo sus declas, sí parece ser una rabieta exagerada; es más adelante en el texto cuando se habla también de dudas científicas sobre el éxito del proyecto. Incluso se reproduce una durísima cita de otro periódico: “Desde una perspectiva científica esto no puede sino fracasar. Es una pérdida de dinero, chupará recursos de otras investigaciones de neurociencia muy valiosas y dejará al público -que es quien lo financia- molesto. Y con razón”. El artículo de el Mundo cuenta también con declaraciones de un portavoz de la comisión diciendo que el proyecto es joven y resulta pronto para sacar conclusiones, pero que “se llevará una rigurosa revisión anual”. También con palabras del propio Markram calificando de “triste” y “pensamiento pequeño” la carta. Muy buen texto de El Mundo, que completa días más tarde con un artículo de opinión Pablo Jauregui “el rifirrafe del cerebro”, con el que la verdad, no coincidimos desde el tracker. Pablo califica de “lamentable y preocupante las disputas”, y sorprendentemente dice que “Sin entrar a valorar quién tiene razón en estos insólitos rifirrafes de laboratorio, ojalá -por el bien de la ciencia, y del buen uso de los fondos públicos que pagamos todos los contribuyentes- se imponga la cordura y reine la paz lo antes posible en los laboratorios neurocientíficos. La exploración del cerebro es una tarea demasiado importante como para echarla a perder por una pelea de gallos de la que todos saldremos perdiendo”. Esto no parece ser una simple pelea de gallos, y sí nos toca entrar a investigar quién tiene razón. Tanto por el bien de la ciencia como por el de la gente, el periodismo debe ser cuestionador en aspectos tan espinosos como este, que recordemos no son nuevos. Yo estuve presente en la charla de Markram en el último congreso de la SFN en Barcelona, y allí ya se escuchaban rumores sobre el proyecto. Y en EEUU pocos se lo creen. Hay tema para investigar.
Los otros quienes hicieron un buen trabajo fueron la gente de Materia, en concreto Javier Salas “Centenares de neurocientíficos se rebelan contra el megaproyecto europeo para simular el cerebro”, quien lleva tiempo cubriendo tanto el HBP como el estadounidense BRAIN Initiavive. Javier empieza su texto con la contundente frase “la neurociencia europea está rota por la mitad”. No sabemos si por la mitad o por una cuarta o décima parte, pero lo cierto es que los firmantes de la carta son investigadores de muchísimo peso y respeto (por ejemplo el español Oscar Marin). María Valerio empezó por las quejas sobre gestión y Javier va directo al meollo científico diciendo que 1200 millones “es una inversión demasiado grande para permitir que el dinero se despilfarre en un proyecto fallido” con “fallos sustanciales”. Después cita que “las dudas sobre el propio concepto se han agravado con problemas de transparencia y falta de criterio en la gobernanza”. El texto de Javier está muy bien, pero da un enfoque tremendamente crítico. Está apoyado por la opinión de un firmante de la carta, quizás faltaría escuchar voces partidarias del proyecto.
El Mundo y Materia fueron los que trabajaron notas recién publicada la carta. Otros reaccionaron un poco tarde (también este tracker) pero lo cubrieron bien, como por ejemplo ABC con Álvaro Soto “pugna entre científicos amenaza proyecto europeo más ambicioso”. Álvaro recoge buenas declas de investigadores, como la de un neurocientífico español participante del proyecto acusando de “despecho” a los firmantes y diciendo que está en contra de las críticas científicas y administrativas al proyecto. El texto transmite una visión diferente al de Materia. Lógico, pues en este caso el único científico entrevistado es partidario, no detractor. La noticia ha tenido enorme presencia en medios europeos y estadounidenses, pero bastantes españoles o latinoamericanos no la han tratado siquiera, con especial decepción El País, cuyos responsables de ciencia no pueden dejar pasar un tema así.
– Pere Estupinyà
Leave a Reply