(English intro to Spanish lang post) Chilean researchers found extremophile bacteria with antibiotic properties in Atacama Desert. A well-documented story in La Tercera explains that some of thess extremophile produce a molecule that slows cell division, and could be studied in the context of cancer research. In Colombia, El Tiempo published a story explaining that many drugs are three times cheaper in Europe than in Colombia. It’s not a new topic, but the story is solid and asks the health minister, who admits the problem and says they’re working to lower the cost of medicines. Also in Colombia, the “water with oxygen nanobubbles” studied by neuroscientist Rodolfo Llinás is going to be tested in human clinical trials. They will be conducted in the region of Cali by colombian industries and researchers. In an extensive interview to the scientific director of the trials, he lowered the hype published by Llinás and Colombian media. It was initially said that the nanobubbles will fight against cancer and Alzheimer. Now it's said they are going to be tested during the initial phases of a cerebrovascular accident. It’s a controversial issue where journalists must show a higher degree of skepticism, and safety needs to be discussed. We discuss also a great story in Mexico about the construction of a genbank for local seeds, which is going to preserve the biodiversity of endogenous species.
Uno de los asuntos que puede traer más debate informativo en materia de ciencia en América Latina son las investigaciones y ensayos clínicos que el reconocido neurocientífico Rodolfo Llinás va a realizar en su país de origen, Colombia, con un nuevo tipo de “agua terapéutica enriquecida con oxigeno”. A priori es una gran noticia para Colombia, pues de resultar exitoso generaría un impulso importante a la ciencia y sociedad colombiana. El problema es que hay bastantes cosas que chirrían en este tema, empezando por las flagrantes exageraciones iniciales de Llinás, que la prensa colombiana no quiso o no se atrevió a moderar. Entendemos que Llinás es un referente no sólo para el país sino para todo el mundo, y comprendemos el cariño y confianza que le tienen en Colombia, pero anunciar que “cambiar el cristal del agua” iba a “curar cáncer y Alzheimer” fue un intento excesivo de llamar la atención.
Pero más allá de este hype inicial, lo cierto es que su proyecto avanza, y se están planteando ensayos clínicos con humanos en la zona de Cali coordinados por la empresa Tecnoquímicas. Felicidades. Pero para ir poniendo las cosas en su sitio, merece la pena revisar la muy buena entrevista que en ElPaís.com (Colombia) hizo Diana Carolina Ruiz “El Valle será eje científico de las ‘nanoburbujas’: científico de Tecnoquímicas” al director científico de Tecnoquímicas. Este director científico explica cosas que deberían sacar los colores a algunos periodistas, y al propio Llinás, pues muy sutilmente le contradice y rebaja las exageraciones que inicialmente se dieron. Primero deja claro que no se trata de “modificar la estructura del agua” ni crear una “agua nueva”, sino simplemente de añadirle pequeñas nanoburbujas de oxígeno. El agua es la misma, como sería la misma si le disolvieras azúcar en lugar de oxígeno. Pero lo más importante es que evita hablar de cáncer, se muestra receloso con el Alzheimer, desmiente a Llinás negando que se podrá consumir como agua embotellada, dice claramente “yo no creo que vaya a ser curativo”, y explica que su acción será en momentos posteriores a accidentes cerebrovasculares, donde esta llegada de más oxígenos sí podría retrasar los efectos negativos de la lesión. Obvio que continuaría siendo un avance muy importante! Pero un lector ávido comprende que de lo que se publicó inicialmente, a lo que se pretende ahora, hay un gran trecho. Sólo hay un tema importantísimo que la periodista no cubre, y debería haberlo hecho: la seguridad. Entra dentro de la lógica sospechar que inyectar nanoburbujas de oxígeno directamente al torrente sanguíneo podría tener efectos negativos. Debemos abordar ese tema. El asunto es controvertido pero apasionante desde el punto de vista científico e informativo. Después de leer esta revista confirmamos dos cosas: realmente Llinás y los periodistas que le alabaron se precipitaron en sus anuncios iniciales, y existen dudas ocultas que no estamos reflejando.
Sin salir de Colombia destacamos dos notas que sí muestran un espíritu crítico. En El Tiempo y firmado por la unidad investigativa “Traer medicamentos de París es más barato que comprarlos en Colombia” que vuelve a denunciar los abusos que en el país se producen sobre el precio de los medicamentos. Es un problema sin solucionar por el gobierno, que hace que el precio de ciertos fármacos pueda ser tres veces más caro en Bogotá que en Francia. El Tiempo consultó al ministro de sanidad, quien dijo que 4 días antes adoptaron una nueva política farmacéutica y las bajadas de precio se verán en unos días. A ver si es cierto.
Otra nota a comentar es la de Angélica María Cuevas “¿De qué sirve etiquetar los alimentos transgénicos?” en El Espectador. La nota está bien presentada y cuenta con muchas fuentes. El único problema es que casi todas son críticas con los transgénicos, y se basan en opiniones no en estudios. De hecho el estudio que se cita es el del francés Séralini, que Angélica dice ha sido desmentido por las multinacionales. Bien; para ser justos se debería decir que no sólo lo han rechazado las multinacionales, sino que la comunidad científica neutra también asegura que Séralini es un farsante. Los transgénicos son un tema muy sensible en América Latina, pero como hemos dicho varias veces, no se pueden tratar de manera genérica. Es absurdo. Sería como decir si la farmacología es buena o mala. La soja transgénica puede ser absolutamente inofensiva, y plantar maíz transgénico en México una amenaza para la biodiversidad. El artículo tiene un muy buen punto con lo del etiquetaje, pero se queda flojo con los pros y contras de esta tecnología.
En México, debemos felicitar de nuevo a El Universal por los gráficos animados que dirige Guillermo Cárdenas “Del embrión a la clínica” (ver nota en texto “¿Qué sigue después de la clonación”?) y el interesante Guillermo Cárdenas “Ciencia germina en tierra Maya” (ver gráfico), sobre un importante banco de germoplasma que resguardará el material genético de todo tipo de plantas de la zona. Son artículos buenos, pero que ganan mucho con la información presentada de manera gráfica. En el especial de la clonación, la parte sobre “baja eficiencia” da una idea inmediata de los graves problemas que la hacen inviable imaginarla en humanos.
Y para finalizar, un interesantísimo reportaje de Jennifer Abate “El futuro de los antibióticos se estudia en el desierto” en La Tercera sobre las propiedades antibióticas y anticancerígenas descubiertas en algunos de los extremófilos estudiados del desierto de Atacama. Lo de anticancerígenas es peliagudo, pero el texto cita que algunas de estas bacterias producen sustancias que “inhiben la función de la proteína Hsp90, involucrada en la producción excesiva de células y, por tanto, en el cáncer”. El “por tanto el cáncer” está por ver, pero sin duda merece mucho la pena investigarlo. Lo de las propiedades antibióticas también tiene mucho jugo, pues según los investigadores “se ha probado que estos microorganismos son efectivos incluso contra bacterias que han mostrado resistencia a los antibióticos”. Prometedor, sin duda.
– Pere Estupinyà
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