Hace cuarenta años, cuando la sonda espacial Pioneer 10 abandonaba la órbita de Neptuno y surgían los primeros informes sobre el VIH como posible causa del sida, el veterano periodista Victor K. McElheny puso en marcha lo que pronto se convertiría en el más importante programa de becas de periodismo científico del mundo.
Situado en el campus del MIT, y en el corazón de uno de los centros científicos y tecnológicos más vibrantes del planeta, el Programa Knight de Periodismo Científico —conocido originalmente como la Beca Vannevar Bush— ha florecido, nutriendo las carreras de unos 400 periodistas científicos que han pasado por él como becarios. Algunos ampliaron sus horizontes, otros descubrieron pasiones que no sabían que existían; todos se sumergieron en las profundas aguas de la ciencia y la tecnología para emerger como narradores más hábiles.
En un frío fin de semana de abril, muchos de esos antiguos becarios volvieron a Cambridge para celebrar las cuatro décadas de existencia del programa, un aniversario marcado no solo por alegres reencuentros, brindis y fotos grupales, sino también por charlas y mesas redondas en las que participaron luminarias del mundo del periodismo científico.
Más de 250 invitados abarrotaron la última planta del Centro de Conferencias Samberg del MIT, con vistas al pintoresco río Charles, donde reflexionaron sobre lo lejos que ha llegado el periodismo científico, al tiempo que se planteaban varias de las cuestiones de peso a las que se enfrenta: ¿Cómo se adaptará la profesión a un panorama en rápida evolución? ¿Cuál es su papel en la preservación de la democracia? ¿Qué se puede hacer para salvar el periodismo local? Y, en un momento en que los periodistas científicos están cada vez más atentos a las cuestiones de justicia social, ¿cómo y cuándo debe influir un concepto como el de raza en nuestras coberturas?
En especial, fue un momento para celebrar la existencia de este programa que se ha convertido en un faro del periodismo científico mundial, que ha ayudado a escritores, fotógrafos y periodistas multimedia de más de 40 países a perfeccionar el oficio de contar la ciencia.
“Durante 40 años, el Programa Knight de Periodismo Científico del MIT ha defendido el periodismo de ciencia con integridad, lo ha apoyado públicamente y a muchos periodistas, y recuerda al mundo a diario que el periodismo científico marca la diferencia en nuestra comprensión del mundo que nos rodea”, aclamó Deborah Blum, periodista ganadora del Premio Pulitzer y actual directora del KSJ. “Y no se puede subestimar su impacto”.
Con la inteligencia y el humor que la caracterizan, la autora de bestsellers Mary Roach inauguró la jornada del sábado con una ponencia sobre los “siete malos hábitos de la escritura científica altamente eficaz”. Entre sus “malos” consejos figuraban: Obsesiónate con una historia (“Esforzarse por comprender la investigación de un científico es a menudo una forma de incluir al lector y decirle: ‘Vamos a descubrirlo juntos’); incluye la jerga científica (“Se nos dice que evitemos la jerga científica, pero a veces forma parte de la historia”); y entrevista a personas sin importancia obvia (“La pasión de algunos investigadores a los que no se suele entrevistar es a veces muy inspiradora”).
Boyce Rensberger, que dirigió el programa de la KSJ de 1998 a 2008, subió a continuación al estrado y trasladó la conversación a cuestiones existenciales sobre el futuro del periodismo científico. “Nos enfrentamos ahora a una enorme explosión de información científica y sitios web que no son necesariamente periodísticos ni independientes”, dijo este periodista retirado que trabajó en The Washington Post y The New York Times. “Es un nuevo tipo de relaciones públicas —RRPP 2.0— que se dirige directamente al público, sin intermediarios”.
Rensberger señaló que, en el pasado, a los periodistas científicos les gustaba considerarse guardianes: curadores que seleccionaban y dejaban pasar la información importante, imparcial y fiable. Pero ahora no solo no hay puertas, sino que tampoco hay vallas. “Las instituciones, las empresas y todos los que quieren influir en la opinión pública se dirigen directamente a sus audiencias. Las fuentes controlan ahora el mensaje. Y eso da miedo”.
¿Qué significa esto para el periodismo científico?
Un panel internacional de previos becarios de la KSJ se enfrentó a esta cuestión en la segunda sesión de la mañana. Ehsan Masood, editor de Nature y miembro de la promoción de 2018 de KSJ, señaló a los asistentes que la creciente inversión de China en I+D está posicionando a ese país para convertirse en líder mundial de la investigación, pero que la falta de transparencia —todavía es casi imposible hablar con científicos chinos sin autorización oficial— hace que cubrir aquellas investigaciones cada vez más influyentes plantee nuevos retos a los periodistas.
La actual becaria de KSJ y periodista independiente Mary-Rose Abraham señaló que, en la India, la mayor democracia del mundo, el periodismo se ha visto obstaculizado por el sensacionalismo, la desinformación y la falta de acceso a datos fiables. “El principal reto al que se enfrenta el periodismo en India es la libertad de prensa”, afirmó. “Cualquier crítica al gobierno se considera antinacionalista”.
“Durante 40 años, el Programa Knight de Periodismo Científico del MIT ha defendido el periodismo científico con integridad”.
Deborah Blum, directora de KSJ
No todo son malas noticias. En muchas naciones africanas, dijo Akin Jimoh, editor de Nature Africa y miembro de la promoción de 2001 de KSJ, el periodismo científico está creciendo rápidamente, a pesar del continuo apoyo gubernamental a las pseudociencias.
No solo eso: las asociaciones nacionales y las federaciones internacionales de periodistas científicos han madurado y se han vuelto más activas en las últimas décadas. Muchos editores se han dado cuenta de la importancia del periodismo multilingüe, del valor de reclutar colaboradores en el Sur Global y del potencial para explorar historias que cruzan fronteras y van más allá de la burbuja del periodismo anglosajón.
Este tipo de proyectos ambiciosos son caros, señaló el periodista científico brasileño Thiago Medaglia, miembro de la promoción 2020 de KSJ, que habló de los retos de producir “Aquazonia”, un reportaje especial sobre el impacto de las actividades humanas en los ríos, lagos y llanuras aluviales de la selva amazónica. “Pero merece la pena”.
Para cerrar el panel, Pam Belluck, periodista de The New York Times y becaria de KSJ en 2008, habló de la evolución de la cobertura científica y médica de este periódico. “Antes teníamos que utilizar eufemismos como ‘partes íntimas’. Los editores parecían sentirse especialmente incómodos cuando un artículo se refería a la anatomía femenina. En los últimos años ha habido una mayor apertura”.
En el almuerzo, Margaret Sullivan —cuya carrera periodística de varias décadas la ha llevado del periódico The Buffalo News a The New York Times y The Washington Post, y ahora a The Guardian— planteó una pregunta: “¿Puede el periodismo salvar la democracia?” Su respuesta: “No, al menos no por nosotros mismos”. Es necesario que actúen distintos grupos, explicó. “Periodistas que investigan, ciudadanos informados y comprometidos que toman esa información y presionan por el cambio, funcionarios del gobierno dispuestos a escuchar y a hacer su trabajo”.
Momentos después, el tipo de periodismo de investigación serio que Sullivan defendía se puso de manifiesto cuando una investigación del Charlotte Observer y el Raleigh News & Observer sobre las prácticas nocivas en la cría de pollos, “Big Poultry”, fue galardonada con el Premio Victor K. McElheny 2023 de periodismo científico local y regional durante un ceremonia durante el almuerzo.
“Los periodistas son esenciales para hacer llegar la información al público en un lenguaje cotidiano en todos los canales. Un programa de desarrollo profesional como el KSJ crea las capacidades y el compromiso necesarios”.
Victor K. McElheny, director fundador de KSJ
En una sesión vespertina, Ashley Smart, director asociado de KSJ y becario en 2016, compartió el detrás de escena de un ambicioso trabajo de periodismo científico de cosecha propia: el proyecto “Long Division”, publicado por la revista Undark de KSJ, que narra el problemático y duradero legado de la ciencia racial.
“Habían pasado dos años de la muerte de George Floyd a manos de agentes de policía en Minneapolis. Y tres años desde que The New York Times publicara ‘El proyecto 1619’, que desafiaba a los estadounidenses a reconsiderar el papel de la esclavitud en la historia del país”, recordó Ashley Smart sobre el momento en que él y Blum empezaron a barajar ideas para el proyecto. “Todo el mundo hablaba de raza”.
Smart pasó a describir cómo él, Blum y el editor jefe de Undark, Tom Zeller, becario de KSJ en 2014, reunieron a un equipo de destacados periodistas y editores para diseccionar las diversas formas en que la ciencia ha perpetuado y se ha visto obstaculizada por ideas perjudiciales sobre la raza.
“La ciencia moderna se construyó sobre la ciencia racista del pasado. Es imposible pensar en estos temas que siguen siendo tan actuales sin su conexión con el contexto histórico”, afirmó la periodista británica Angela Saini, una de las cuatro colaboradoras del proyecto “Long Division” que intervinieron en la mesa redonda de la tarde. Esa ciencia del pasado sigue muy viva, añadió esta exbecaria de KSJ. “Hay individuos con motivaciones políticas dentro del mundo académico, supremacistas blancos, que siguen intentando impulsar la idea de que la raza tiene un valor biológico y que existe algún tipo de jerarquía racial”.
Alan Goodman, del Hampshire College, y C. Brandon Ogbunu, de la Universidad de Yale, aportaron una perspectiva académica al debate, opinando sobre algunas de las trampas comunes en las que pueden caer los periodistas que cubren temas raciales y controversias relacionadas con el racismo. Los científicos también han cometido errores, concluyó la panelista Jyoti Madhusoodanan, becaria de proyecto de KSJ en 2021, que escribió para “Long Division” sobre cómo la raza ha influido en la investigación del cáncer de mama. “La raza ha estado presente en el pensamiento científico desde sus inicios”, afirmó. “La ciencia a veces acaba contribuyendo a las disparidades raciales y sanitarias. Nuestro trabajo como periodistas es exigir que la ciencia rinda cuentas”.

En la última ponencia del día, Charles M. Blow, columnista de opinión de The New York Times, pronunció un apasionado discurso en el que nos recordó que los mitos raciales no guardan relación con la realidad de la capacidad humana. La cosmovisión racial, dijo, fue inventada. “La raza no es un fenómeno biológico, sino un mito social. Ha creado un enorme daño humano y social”.
Tras los dos días de celebración —que incluyeron una recepción el viernes por la noche en la nueva sede del Museo del MIT— antiguos becarios e invitados partieron de Cambridge con un reforzado sentimiento de comunidad, reenergizados para afrontar lo que el director inaugural de KSJ, McElheny, describió como una nueva era del periodismo científico en la que los efectos de la innovación y los descubrimientos no dejan de aumentar. “Los periodistas son esenciales para hacer llegar la información al público en lenguaje cotidiano en todos los canales”, dijo McElheny. “Un programa de desarrollo profesional como el KSJ crea las capacidades y el compromiso necesarios”.
La experiencia KSJ: Una red global rica y diversa
Previos becarios de KSJ viajaron desde lugares tan lejanos como América Latina, Europa y África para participar de las celebraciones. En ocasiones, pareció una reunión familiar. A continuación, algunos de los exbecarios que asistieron cuentan qué ha significado para ellos formar parte de la “comunidad KSJ”:
“La beca de KSJ fue una de las experiencias más increíbles de mi vida profesional adulta. Pude explorar mi curiosidad de forma profunda y amplia, rodeada de un grupo increíble de compañeros periodistas. No me cabe duda de que hoy soy mejor periodista científica gracias a ello” .
– Cynthia Graber, clase de KSJ de 2013, y copresentadora del podcast Gastropod
“Después de mi año en la beca me sentí mucho más segura como profesional, mejor preparada para afrontar nuevos retos” .
– Caty Arévalo, promoción 2014 de KSJ, y cofundadora de EFEverde
“Me proporcionó una profunda y solidaria comunidad de colegas que me ayudaron a lo largo del camino. El periodismo es una profesión intensa con un alto índice de agotamiento. El programa KSJ es necesario e importante porque mantiene a los periodistas ambiciosos en la profesión y les permite alcanzar nuevas metas” .
– Jason Dearen, clase de KSJ de 2019, y reportero de investigación de AP
“La ciencia es una de las pocas partes de la sociedad en las que el público todavía confía. Quizá no cada hallazgo, pero sí la ciencia en general. Al fomentar la excelencia en el periodismo científico, el programa KSJ ayuda a reforzar esa confianza. Casi 30 años después de mi beca, sigo teniendo el reto de honrar ese compromiso en todo lo que escribo”.
– David Ropeik, clase del 95 de KSJ
“No es exagerado decir que la beca Knight cambió mi vida. Gracias a las clases y hackatones a los que asistí en Cambridge, descubrí que había todo un mundo en la intersección de la programación, el diseño y el periodismo científico. Me di cuenta de que las redacciones necesitaban gente con estas habilidades y empecé a perfeccionarlas”.
– Aleszu Bajak, clase de KSJ de 2014, y director de visualización de datos en el Urban Institute
“Salí del MIT más conectada con la ciencia, más valiente a la hora de aventurarme en asignaturas y laboratorios y de utilizar herramientas del tipo físico y de software. Y más capaz de afinar mis sentidos cuando interactúo con científicos… Dejé la beca más alta en tantos sentidos. Y yo era y sigo siendo bastante bajita físicamente”.
– Vivien Marx, de la promoción de 1998 de KSJ y editora de Nature Methods
“La gente que se dedica al periodismo científico, tecnológico, de salud o medioambiental no lo hace por el dinero o la fama. Lo hacen por su pasión por la materia y por su convicción de que el público necesita saber lo que hacen los que manejan el capital científico e industrial. La ciencia, nuestro mayor invento, nos permite hacer mejores preguntas y obtener menos respuestas erróneas. Es la mejor herramienta que tenemos para resolver nuestros pequeños desacuerdos y mejorar la vida de todos. Pero siempre hay que explicarla y diseccionarla. Ese es nuestro trabajo, y para eso está el programa KSJ”.
– Wade Roush, director en funciones de KSJ, 2014-15
Federico Kukso (miembro de la promoción KSJ de 2016) es un periodista científico independiente de Argentina con más de 20 años de experiencia escribiendo sobre ciencia, cultura y tecnología.
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